En Críos hemos encontrado el fundamento de la Educación, llegar al corazón del niño, además de a sus necesidades físicas, sociales, intelectuales y culturales, pero el mayor valor lo tienen las necesidades afectivas. Este es nuestro punto de partida, de cada una de las personas que forma el equipo de la Escuela.

     La individualización de la experiencia, tanto escolar como vital de cada niño o niña para poder alcanzar el desarrollo pleno de su potencial, centrando todos los planteamientos y actividades en el niño y en su deseo innato de crecer y descubrir por sí mismo acompañándolos en el camino que ellos mismos van creando.

     En la Escuela aprendemos, creamos y reflexionamos juntos, se transmiten valores, desterramos para siempre las palabras eficacia y eficiencia y abrimos la puerta a otras como crear, juego, riesgo, libertad, respeto, elección, silencio, afectividad, diálogo, juntar, reunir, escuchar, mirar, construir, improvisar, oportunidad, cambiar, volver a cambiar, diversidad, reivindicar la escuela como un lugar propio, de cada uno pero a la vez de todos. Cada niño y niña es único y diferente pero no indiferente para la Escuela.

     Todas las personas que componemos el Equipo de Críos poseemos una sensibilidad especial para poder comprender la significación de la labor que realiza cada día, en cada momento y en cada movimiento y lograr que disfruten plenamente de su niñez y desarrollar en nuestros pequeños autoestima, estabilidad, tranquilidad y capacidad para contemplar la belleza que les rodea, hacer amigos, perdonar, ponerse en el lugar del otro…

 Cada educador de Críos no sólo educa  con la voz sino que lo hace también con sus ojos, yendo más allá de la didáctica, hablando con el corazón para llegar a sus corazones.